martes, 24 de junio de 2008

EL SÍNDROME





Sufrí el síndrome de Stendhal en mis propias carnes y creí que lloraba por dentro. Sólo al notar la sal de mis lágrimas en mis labios me di cuenta de que mis ojos habían derramado todo lo que con palabras era imposible de explicar.
Entonces, conscientemente decidí no parar de hacerlo, a pesar de que miles de ojos me miraran, a pesar de que me encontraba lejos.
Si mis lágrimas habían aflorado, era porque tenían motivos para ello.